Wednesday, April 4, 2012

DESPEDIDA EN TIEMPOS DE PAZ...

El 2 de agosto de 1939, el cementerio de la Almudena, antes llamado
cementerio del Este, presencio el entierro mas sentido de toda la
historia.  Carmela Campos, no recibio ninguna corona de flores, pero
si tres mil setecientas veintiocho declaraciones de amor... Uno a uno,
los jovenes se arrodillaron junto a su cuerpo y, mientras balbuceaban
palabras afectadas, transcribieron sus sentimientos sobre una gran
sabana blanca, que colocaron en la base del ataud, para que ella
durmiese amada por siempre... Hoy en dia, apesar del musgo, la
corrosion, y otros efectos del tiempo y la desidia, se puede leer el
epitafio sin mucha dificultad:  ''Aqui descansa una mujer a quien la
guerra dio miles de hijos"...
Antes de 1936, Carmela seguia siendo una señorita de 43 años sin
ninguna oportunidad para contraer matrimonio y tampoco para
concebir un hijo.  Ademas debido a la mentalidad machista de la
epoca, se vio impedida de ejercer un trabajo intelectual, cerrandosele
la oportunidad de haber equilibrado en algo su insatisfaccion
personal.  En privado despotricaba contra la sociedad.  Carmela
poseia una memoria envidiable y lamentaba que no le sirviese
para nada.  Pudo haber sido una magnifica diplomatica o una
celebre cientifica o doctora, pero tuvo que conformarse con cuidar
de sus padres y depender de la renta de ellos, compartiendo el
mismo techo...
Las personas que la conocieron, antes y durante la guerra civil que
atraveso España, se atrevieron a afirmar que los tres años que
duro el conflicto fueron los mas felices de la vida de Carmela...
Apenas se conocieron las noticias del golpe de estado, se ofrecio
de voluntaria en la Cruz Roja, tenia la conviccion de que colaborar
con una institucion neutral como esa, era la unica forma de
tomar partido por su patria. Sin embargo, al inicio, el saber que
estaba atendiendo a hombres capaces de matar a sus propios
vecinos, le indignaba... Es mas, se avergonzaba por ello, no le
apetecia ni hablarles, solo abria la boca para responder lo
estrictamente necesario, o para dar las indicaciones pertinentes.
Pasadas las siete semanas (52 dias, para ser exactos) Carmela
no tuvo mas remedio que tragarse su indignacion.
Una mañana atestada de heridos que morian antes de ser vistos
por un doctor, identifico a un soldado que podia salvarse si
lo mantenia consciente hasta que llegase su turno de ser operado,
asi que, le motivo a hablar, haciendole una pregunta tras otra,
a la octava, en lugar de responder, el muchacho comenzo a
dictarle su testamento... Carmela dejo de sentir que estaba
frente a un soldado, unicamente vio en el  a otra victima de la
guerra.
Cuando desperto, a los dos dias, el soldado no recordaba nada
de lo ocurrido durante su agonia, salvo el rostro de la mujer
que ahora le estaba cambiando el bendaje...
-''Enfermera, como estoy, voy a morir?''-
-''No, Manuel, todavia puedes conservar tu lupa, los recortes
del periodico, los carteles de las obras de teatro, y el poema
inconcluso que ahora Sandra podra escuchar de ti, completo.
Ojala que la guerra termine antes de diciembre para que puedas
regresar a San Jacinto, y pases tu cumpleaños junto a ella.
Seguro que hace esa tarta que tanto te gusta, con nueces,
almendras...''-
Manuel, se quedo tan sorprendido y encantado a la vez, se sintio
reconfortado, como si estuviera en casa, junto a alguien que lo
conocia desde siempre...Y quiza por eso, sin darse cuenta, sus
ojos la contemplaron al igual que se mira a una madre,
despertando en Carmela, una sensacion de bienestar, desconocida
para ella...
A partir de ahi, le nacio conversar con cada uno de los pacientes
que estaban a su cargo.  Ellos, al sentirse encuchados y en
consecuencia queridos, fueron contandole sus pesares e ilusiones,
que Carmela recordaba hasta con los mas insignificantes detalles,
y principalmente, con una exquisita sensibilidad, desarrollando
un lazo emocional profundo; Los soldados la adoptaron como
madre, ( sobrevalorada, por la lejania de la propia) y ella como
a los hijos que nunca pudo criar. La sensacion de bienestar se
habia trasformado en una felicidad desmesurada, que termino
por desbordarla...
Los heridos venian y se iban, curados o muertos, pero el lazo
se conservo durante la guerra, mantenia correspondencia con
los soldados reinsertados y con los familiares de los difuntos.
Los amaba, increiblemente a todos los amaba, y por naturalidad
o por carencia, ellos tambien le desmostraban su amor, por
desgracia para ella, el conflicto termino...
Una vez en casa, las familias de los sobrevivientes reconstruyeron
sus vinculos, haciendo lo posible para cerrar las heridas...
Fue entonces cuando Carmela dejo de recibir cartas, y se valio
de la memoria para prolongar su felicidad, pero sucedio lo
contrario... Recordaba cada palabra de esos muchachos, cada
nombre, cada apellido, cada infancia, adolescencia, miedo,
alegria... cada sueño... no podia dejar de recordar que los amaba.
Una mujer que acudio al cementerio dijo:
''Si la ausencia de un hijo duele, la de miles, mata"
La señorita Carmela Campos, fallecio a causa de una depresion
cronica, a los cuatro meses de establecerse la paz...

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